«Batalla medieval»
El agente de la Policía del Capitolio Aquilino Gonell, un veterano de combate del ejército estadounidense en Irak, dijo que fue golpeado por atacantes armados y sufrió múltiples heridas que requirieron hospitalización.
«En Irak esperábamos violencia armada, porque estábamos en una zona de guerra. Nada en mi experiencia en el ejército o como oficial de policía me preparó para lo que enfrentamos el 6 de enero», declaró en la audiencia de la Cámara de Representantes.
Era «como una batalla medieval. Luchamos mano a mano, centímetro a centímetro, para evitar una invasión del Capitolio», sostuvo Gonell entre lágrimas.
«Así es como voy a morir, defendiendo esta entrada», recuerda haber pensado.
«Podría haber perdido la vida ese día, no una, sino muchas veces», sentenció.
«Arrancaron mi placa»
Michael Fanone, oficial de la Policía Metropolitana de Washington, calificó esa invasión, que buscaba impedir que el Congreso certificara la victoria del demócrata Joe Biden en las elecciones presidenciales sobre Trump, «nada menos que brutal».
«Me agarraron, golpearon, electrocutaron, todo mientras me llamaban traidor a mi país», dijo.
«En algún momento durante los disturbios, me sacaron de la línea de agentes y me metieron entre la multitud», recordó.
«Me arrancaron la placa … Se apoderaron de la munición que estaba sujeta a mi cuerpo. Comenzaron a golpearme con los puños y con lo que se sintió como objetos de metal duro», declaró Fanone, quien sufrió una fuerte conmoción cerebral en el ataque.
Un atacante «se abalanzó repetidamente sobre mí e intentó quitarme el arma de fuego. Escuché gritos de algunos en la multitud, ‘toma su arma y mátalo con su propia arma'», dijo, al denunciar la negación por parte de Trump de lo ocurrido aquel día.
«La indiferencia mostrada hacia mis colegas es vergonzosa», dijo.
«Terroristas»
El oficial de la Policía Metropolitana de Washington Daniel Hodges, quien fue filmado aplastado contra el marco de una puerta mientras gritaba pidiendo ayuda cuado los atacantes luchaban por entrar al Capitolio, los calificó de «terroristas».
«Los terroristas tenían un muro de escudos que habían robado a los oficiales, así como también garrotes robados», aseguró.
Atascado en el marco de la puerta, dijo que un hombre le lanzó un escudo antidisturbios.
«Mis brazos estaban inmovilizados y estaban efectivamente inútiles … Estaba efectivamente indefenso», recordó. «Un hombre ve la oportunidad de mi vulnerabilidad, agarró la parte delantera de mi máscara de gas y la usó para golpearme la cabeza contra la puerta».
«El hombre frente a mí tomó mi garrote… Me golpeó en la cabeza y en la cara con él, rompiéndome el labio y causándome lesiones adicionales en el cráneo…. Hice lo único que podía hacer, y gritar pidiendo ayuda».
Insultos racistas
Harry Dunn, un agente negro de la Policía del Capitolio, indicó que la multitud que atacaba la sede del Congreso lo amenazó por su raza y lo dejaron a él y a sus compañeros negros traumatizados.
«Hasta entonces, nunca había visto a nadie agredir físicamente a un oficial de la Policía del Capitolio o del MPD, y mucho menos presenciar agresiones masivas perpetradas contra agentes del orden», manifestó.
«Fui testigo de cómo los alborotadores usaban todo tipo de armas contra los oficiales, incluidos postes de banderas, portabicicletas de metal que habían destrozado y varios tipos de proyectiles», explicó el agente.
En un momento, una veintena de agresores lo rodeó propinándole insultos racistas.
«Nadie me había llamado jamás un (epíteto) mientras vestía el uniforme de un oficial de policía del Capitolio», se lamentó.»No podemos permitir nunca más que nuestra democracia se ponga en peligro como ocurrió el 6 de enero», dijo.