El embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, acusó este martes a los líderes de una caravana migrante, que marcha desde hace más de dos semanas por territorio mexicano, de estar haciendo dinero para traficantes de personas y criminales.
«Los organizadores dicen que están haciendo algo para los derechos humanos. En realidad lo que están haciendo es dinero que va a los traficantes y los criminales», dijo el diplomático en una conferencia de prensa.
La caravana, que reúne a más de un millar de indocumentados que partieron el pasado 23 de octubre desde Chiapas (sur), es liderada por los activistas mexicanos Irineo Mujica y Luis García Villagrán.
En un video difundido el lunes en redes sociales, Mujica dijo que organiza otra caravana más numerosa que partirá el 18 de noviembre con destino a Sonora, en la frontera norte de México. Descartó así el plan original de llegar a la capital del país para exigir celeridad en los trámites de regularización de los migrantes. «Tendríamos una caravana de 10.000. No vamos a Ciudad de México, vamos a la frontera norte, si insisten en encarcelarnos como animales», afirmó el activista.
Autoridades mexicanas acusan a Mujica y García de haber rechazado ofertas para brindar atención médica y apoyo en trámites migratorios a las mujeres embarazadas y los niños que van en la marcha.
Los activistas rehúsan estos ofrecimientos porque suponen retornar a Tapachula (sur), ciudad fronteriza con Guatemala por donde ingresan miles de migrantes irregulares y que es vista como «una cárcel» pues las opciones de realizar trámites, conseguir empleo o vivienda son escasas.
En su trayecto, la caravana ha tenido choques con fuerzas de seguridad que han dejado a migrantes heridos y decenas de detenidos. El pasado 31 de octubre, dos migrantes cubanos fueron abatidos por agentes de la Guardia Nacional en un incidente ocurrido a unos 15 kms de donde se hallaba la multitud. Los activistas alegaron que las víctimas eran parte del movimiento.
Miles de migrantes, especialmente centroamericanos y haitianos, huyen de la violencia y la pobreza en sus países e intentan llegar a Estados Unidos. Este flujo se ha acelerado durante 2021.
Según cifras oficiales, 1.3 millones fueron detenidos en la frontera sur estadounidense desde la llegada del presidente Joe Biden a la Casa Blanca en enero, un cantidad no vista en dos décadas.