La desesperación y molestia cundía este jueves en la caravana migrante que viajó desde Honduras con la determinación de llegar a Estados Unidos, organizando una manifestación en plena frontera mexicano-estadounidense para salir de su hacinado albergue y desafiar las amenazas del presidente Donald Trump de cerrarles las puertas.
Hastiados tras una noche de lluvia que empapó sus colchonetas instaladas a la intemperie, los miles de centroamericanos de la caravana, en su mayoría familias hondureñas con niños, amanecieron con una sola idea en mente: salir del cada vez más incómodo albergue que ocupan hace varios días en un desfavorecido barrio de Tijuana, al ras de la frontera estadounidense.
Tras un maratónico viaje de más de un mes desde San Pedro Sula, ya suman 4.730 los migrantes hacinados en este albergue, pero en todo el estado de Baja California se han concentrado más de 6 mil, según cifras oficiales.
Negándose a hacer las largas filas para acceder a un desayuno en el albergue, cientos de migrantes enfurecidos emprendieron el camino hacia el cercano puente fronterizo El Chaparral para protestar.
“¡Vámonos de una a la frontera! Ahí podemos presionar a Trump. En el albergue solo estamos perdiendo el tiempo y las fuerzas”, gritaba desde un megáfono Carlos Rodríguez, un hondureño de la caravana.
“Hoy es un día especial, de acción y gracias en Estados Unidos (Thanksgiving). No nos van linchar”, decía entre aplausos y gritos de la muchedumbre enardecida.
Algunos incluso iban dispuestos a cruzar la frontera a la fuerza.
“Yo me voy hoy mismo para el otro lado, por un puente o por un rincón yo me voy a meter. No importa cómo pero ya no podemos seguir aquí”, dijo a la AFP Elvin Perdomo, un hondureño que viaja solo con su pequeño hijo.
Trump cerraría “toda la frontera”
Mientras los ánimos ardían en el albergue, a unos cuantos metros, sobre el muro fronterizo, varios helicópteros estadounidenses sobrevolaban el área.
“Si se llega a un nivel en el que perdemos el control o personas pueden resultar heridas, cerraremos el ingreso al país por un período de tiempo”, dijo este jueves el presidente Trump. “Me refiero a toda la frontera”, precisó.
México y Estados Unidos comparten una frontera de más de 3.000 km a través del desierto, por la que cruzan un millón de personas diariamente de manera legal, mientras que el comercio en la línea fronteriza genera un millón de dólares por minuto, según cifras oficiales.
Desde que llegó la multitudinaria caravana a la fronteriza Tijuana, Estados Unidos ha mostrado los dientes instalando enormes barricadas metálicas y entramados de púas en sus garitas fronterizas, despertando el temor de un cierre definitivo en esta vibrante zona económica.
Trump, quien maneja un discurso belicoso contra los migrantes llegando a calificarlos de “criminales” o “bad hombres”, dispuso el envío de hasta 9.000 soldados a su frontera sur. Muchos de ellos ya vigilan de cerca la reja fronteriza portando armas largas y drones militares.
“Para nosotros eso no es una amenaza, lo sentimos como una broma o algo así, porque ni Trump ni nadie manda, aquí el que manda es Dios, el es el único. Si Dios quiere vamos a pasar y si Dios no quiere, no”, advertía el hondureño Mauricio Vallecillo, antes de salir del albergue.
“Cero tolerancia”
“Cuando hay una incursión ilegal, obviamente hay una responsabilidad, una consecuencia”, advirtió Francisco Rueda, secretario de Gobierno en Baja California, al considerar que el cierre de la frontera “tendría un impacto muy negativo”.
Las autoridades reforzaron la seguridad en los puestos fronterizos con 104 elementos de la Policía Federal y 50 del Grupo Beta, del Instituto Nacional de Migración, dijo.
Según Rueda, si los centroamericanos deciden forzar la frontera se les negaría el asilo en Estados Unidos.
“Estando casi frente a lograr el objetivo que han trazado de presentarse ante un oficial de migración, lo echarán a perder al irrumpir de manera ilegal”, advirtió.
Pero el martes, un juez federal de Estados Unidos suspendió un decreto de Trump que establecía que solo podían pedir refugio quienes entraran por puestos de control oficiales, y no los que cruzaran de manera clandestina.
“Los jueces no deberían legislar sobre Seguridad en la frontera (…) No saben nada al respecto y están haciendo que nuestro país sea inseguro”, escribió Trump en Twitter este jueves.
Algunos integrantes de la caravana se han inscrito en listas de espera para tramitar legalmente el asilo en Estados Unidos, pero muchos se han desanimado al darse cuenta que podrían esperar durante meses para acceder a su turno.
Habrá “cero tolerancia” para aquellos extranjeros que alteren el orden, dijo Rueda.