Todas las mañanas, miles de mexicanos cruzan la frontera con Texas, desde El Paso hasta Brownsville, para vender su sangre.
A pesar de los riesgos para su vida y la salud pública, muchos han encontrado un modo de vivir con esta práctica, ya que les deja ingresos mensuales de hasta 400 dólares (unos 7 mil 600 pesos).
“Lo que recibo me sirve para pagar los gastos de la escuela”, dijo ayer Jesús, un universitario de 24 años, que acudió a un centro en Brownsville, donde pagan hasta 40 dólares por donación y que él visita tres veces por semana.
Un compañero de Jesús aseguró que también acude con regularidad, pero que usa el dinero para acudir a antros o restaurantes los fines de semana.
A diferencia de otros países, entre ellos México, que prohibió la venta de plasma desde 1987, en Estados Unidos existe un gran mercado en el que se incentiva a los mexicanos no sólo con pagos, sino también con bonos si se invita a familiares y amigos.
Una investigación de ProPublica, una agencia de noticias estadounidense sin fines de lucro, y la televisora alemana ARD advirtió el viernes por los riesgos para la salud de los donantes frecuentes y por los bajos estándares de control de calidad texanos.
ProPublica señaló, por ejemplo, que las clínicas fronterizas procesan más de 2 mil 300 donaciones pagadas por semana frente al promedio de mil en el resto de Estados Unidos.
