Zahara de la Sierra, en la provincia de Cádiz, es uno de esos pueblos blancos del sur de España que recibe a turistas de todo el mundo atraídos por su historia, sus parajes y su gastronomía.
Pero estas semanas está cerrado a cal y canto, con unas drásticas medidas que han evitado la llegada de coronavirus: entre sus 1.400 habitantes no hay ni un infectado (en España ya son más de 18.000 los fallecidos y más de 172.000 los infectados).
Y la idea es que siga siendo así, teniendo en cuenta que el 21% de la población, entre 300 y 400 personas, supera los 65 años, la franja considerada de mayor riesgo en esta pandemia.
“Un mes antes, al ver el aumento de casos y de muertos en Italia, le comenté a un amigo que si el virus llegaba a España, yo cerraría nuestro pueblo, que está en una montaña y su orografía lo permite”, relata por teléfono a RT el alcalde, Santiago Galván.
Por eso, una semana antes del inicio del estado de alarma en España, el 14 de marzo, en Zahara de la Sierra ya habían suspendido las visitas en la residencia de ancianos, donde viven más de 30 mayores de edad.
Además, se aisló una habitación para que los proveedores depositen el material, que después se desinfecta y 24 horas más tarde es introducido en el interior de la residencia.
Pero eso no es todo.
El 14 de marzo, como en el resto de España, todos los zahareños se metieron en sus casas.
Y entonces el ayuntamiento blindó literalmente el pueblo: se cerraron cinco de las seis entradas y salidas, y se dejó un único acceso para controlar que solo se realizan movimientos esenciales.
Tres guardias civiles y un agente municipal se encargan de vigilar durante el día el punto de control, donde se ha instalado un badén sanitario con agua y lejía para desinfectar y pulverizar las ruedas de los coches.
Las horas en la que los agentes no están de servicio, un arco de desinfección automático con sensor se encarga de los vehículos.
Durante el comienzo del aislamiento todavía se veía a algún turista despistado intentando entrar en el pueblo.
“La gente se intranquilizaba al ver a una persona de fuera. Los primeros días me llamaban para decirme que había dos alemanes en la calle y, claro, te preguntabas: ¿De dónde vendrán?”, cuenta el alcalde.
Solidaridad unánime
En Zahara de la Sierra no paran y la solidaridad del pueblo es unánime. Los ciudadanos cuentan con un número de teléfono al que llamar ante cualquier incidente y se ha contratado a dos personas que se encargan de realizar las compras y distribuirlas de manera gratuita entre la población.
Unas 30 costureras voluntarias elaboran 3.000 mascarillas de tela, siguiendo el protocolo del Ministerio de Sanidad, para distribuirlas entre los habitantes. Los lunes y jueves, un batallón de más de 10 voluntarios limpian las calles, las puertas y los pomos de las viviendas. Todo.
De la misma forma que los ancianos, con los que se está en contacto diariamente, los niños son una prioridad. Para animarlos un camión y un coche dan vueltas dos veces por semana por el pueblo con música y luces de colores.
Golpe al turismo
Situado en la falda de la sierra del Jaral y sobre un embalse, Zahara de la Sierra figura en las listas de los pueblos más bellos de España, gracias en gran parte a su entramado urbano estilo andaluz y a su espectacular entorno natural.
Fue aquí donde en 1483 las tropas de Castilla, lideradas por los Reyes Católicos, expulsaron al reino nazarí, lo que llevó a la posterior conquista del Reino de Granada.
Todos esos atributos suponen un reclamo para el turismo, del que vive el 90% de la población. El otro 10% se dedica a la agricultura, sobre todo a los olivares, y a la ganadería.
Sus cinco establecimientos hoteleros, sus 19 bares-restaurantes y sus comercios se han detenido completamente.
“Es un pueblo con mucha vida. Cada día recibíamos una cantidad de turistas increíble. Somos conscientes de que vamos a tener unos meses complicados”, reconoce el alcalde.
Un problema al que también se ha buscado solución.
“Se ha suspendido la tasa de veladores (mesas y sillas) y la obligación de pago durante todo el año, no solo durante el periodo de alarma, porque entendemos que los negocios, bares y hoteles van a tener una merma importante”, explica Galván.
El ayuntamiento ha aprobado a través de su fondo de contingencia cubrir los gastos de electricidad, agua e impuestos a los autónomos durante el periodo de alarma.
“La gente está contenta y tranquila, aunque preocupada por lo que está ocurriendo, claro. Pero de un pueblo tan bonito, solo podía salir una historia bonita”, concluye el alcalde.