El presidente Andrés Manuel López Obrador reconoció que durante su segundo año de gobierno el problema más difícil que enfrentó fue la pandemia por Covid-19.
“Lo más difícil, hablando de tres obstáculos, tres problemas: la pandemia; además, muy doloroso, sí duele mucho, eso es lo que más nos ha afectado”, admitió ayer durante su conferencia de prensa en Palacio Nacional.
La pandemia de coronavirus provocó un cambio de planes en la administración lopezobradorista al convertirse en un visitante incómodo.
El avance del Covid-19 en territorio nacional cambió los planes trazados por el Presidente, quien tuvo que anunciar más recortes al gasto, austeridad rigurosa de funcionarios públicos, así como trabajar a medio gas en los grandes proyectos o retrasar su avance.
Los recursos de todos los sectores, las relaciones internacionales, las fuerzas armadas, los ahorros y hasta la rifa del avión presidencial, se enfocaron en enfrentar la pandemia que ya cobró más de 100 mil vidas en el país.
Acompañado del luto que aún no termina, llegaron las cifras: se perdieron más de un millón de empleos, la economía tuvo una caída de más de 10 puntos porcentuales y solo en la capital al menos 30 mil negocios cerraron.
El gobierno enfocó primero sus baterías en comprar insumos médicos y equipar hospitales. Los 40 mil millones de pesos disponibles para echar a andar el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) se reorientaron a la pandemia, dejando atrás la promesa de que este 1 de diciembre estaría consolidado y funcionando.
El paro laboral ocasionado por la cuarentena provocó un retraso en la entrega de los Bancos del Bienestar, a través de los cuales se prevé entregar las pensiones a los adultos mayores y las becas a estudiantes de los municipios más alejados.
Además, el plan de infraestructura energética, uno de los objetivos más ambiciosos del gobierno federal, acordado en octubre para ponerse en marcha con el sector empresarial, con quien también tuvo desencuentros por la falta de apoyos fiscales a las empresas afectadas por la pandemia.
El freno en el gobierno federal quedó demostrado al contar 55 días sin que el Presidente saliera de Palacio Nacional a recorrer algún estado y al limitar su agenda a las conferencias mañaneras.
Lo único que se mantuvo en marcha con relativa normalidad fue la construcción del aeropuerto de Santa Lucía, a cargo del Ejército mexicano, así como la refinería de Dos Bocas.
No obstante, para avanzar con el Tren Maya y el Tren del Istmo, el Presidente terminó la cuarentena de viajes y emprendió una gira de 10 días por el sureste del país y dar el banderazo de salida a los proyectos que no habían podido iniciar por la pandemia.
Mientras el país recobraba una relativa normalidad, ancló su proyecto en la lucha contra la corrupción, la principal bandera de su gobierno, y pasó por la detención de Emilio Lozoya a la consulta para juzgar a ex presidentes.
A semanas de cumplirse dos años de gobierno, se aceleró en el avance de temas que la misma pandemia había retrasado para llegar con más armas a su mensaje de este 1 de diciembre.
Se inició con la eliminación de 109 fideicomisos para tener el control desde la Secretaría de Hacienda de miles de millones de pesos, lo que ocasionó un enfrentamiento con gobernadores de oposición.
López Obrador presionó a legisladores de su partido para aprobar la eliminación del fuero presidencial y lo logró; ahora deberá ser aprobado por al menos 17 congresos estatales para hacer la modificación constitucional, y celebró la aprobación de la marihuana lúdica como un avance en las libertades de los mexicanos.
Hoy, el Presidente está intentando retomar el rumbo interrumpido por la pandemia y lograr su promesa de transformar al país al nivel de la Independencia y la Revolución.