Por: Arturo Ortiz Mayén
La frontera de México con Guatemala no existe. Esta semana visitamos varios municipios de Chiapas limítrofes con ese país y lo pudimos constatar.
Entramos y salimos de Guatemala sin que algún funcionario del Instituto Nacional de Migración detuviera el vehículo en el que circulábamos. Pasamos algunos retenes militares en una camioneta con vidrios polarizados y nunca nos pararon y eso que se supone ya se reforzó la vigilancia.
El anuncio del presidente Andrés Manuel López Obrador de blindar la frontera sur para evitar el ingreso masivo de migrantes centroamericanos se topa con una línea divisoria totalmente abierta, con múltiples puntos de acceso en los que ingresan por igual personas, ganado, gasolina ilegal, ropa y droga.
Hasta ahora, los esfuerzos del gobierno federal por proteger la frontera se han centrado en los municipios de Suchiate y Tapachula. Ahí han desplegado a la mayoría de policías federales y marinos.
Pero parece que olvidan que la frontera entre Chiapas y Guatemala se extiende a lo largo de 654 kilómetros de tierra y agua y en casi todos ellos hay migración.
En Comitán de Domínguez hay una aduana, la carretera que lleva al centro de la ciudad conecta directamente con ese punto de revisión, pero es posible salirse por una colonia aledaña y darle la vuelta a esa aduana sin ningún problema.
Los que evitan el punto de revisión precisamente son las camionetas, combis y camiones de carga que trasladan a los migrantes o tambos con gasolina traída desde Guatemala y que se está vendiendo en las calles como si fueran dulces.
La distancia desde Comitán al poblado Gracias a Dios, en Guatemala, se recorre en poco más de una hora. En la frontera hay un punto de revisión del Instituto Nacional de Migración que, pudimos constatar, prácticamente no funciona.
Nosotros salimos de México e ingresamos a Guatemala sin mostrar ninguna identificación, cientos de personas ingresan a México de la misma manera.
Los empresarios de diferentes ramos están preocupados por esta situación y no se trata de un tema de racismo sino de legalidad, pues están conscientes de que la migración es natural y siempre ha existido. El problema, consideran, es que ahora los flujos de personas son por miles.
El descontrol de la frontera ha causado ya varios FE. Un ejemplo, los propietarios de gasolineras desde enero de este año han sufrido una caída en sus ventas del 60 por ciento por la proliferación de puntos de venta de gasolina de mala calidad que es traída desde Guatemala.
Los robos, homicidios y secuestros se han incrementado hasta en 48 por ciento. El sentir de los habitantes de Chiapas es que están en el olvido y esperan, aunque sin mucho entusiasmo, que el reforzamiento de la vigilancia, ayude a que las cosas ilegales que ahí pasan y que hoy se ven de forma común, dejen de serlo.