Por: Agencias
Cuando vio el rostro de Gladis Giovana en la televisión de su casa en Tláhuac, Marcelina Cruz, entró en shock. Se detuvo para observarla de nuevo y confirmó que aquella mujer a la que buscaba la policía de Ciudad de México, y por quien se ofrecía una recompensa de dos millones de pesos, era su hija.
Entonces decidió pedir ayuda. Contactó un abogado en la colonia La Estancia, de la alcaldía Tláhuac y le contó lo sucedido para que la orientara.
Marcelina Cruz asegura que hace seis meses no ve a su hija. El último contacto que tuvo, dice, fue hace una semana a través de mensajes de Facebook.
Marcelina es la madre de la mujer acusada de secuestrar, el martes de la semana pasada, a Fátima, la pequeña de siete años que cuatro días después fue hallada sin vida a la orilla de un camino de terracería, dentro de un costal.
La mujer, dice estar segura de que su hija, “no es capaz de hacerle daño” a una niña de siete años de edad. El motivo, según ella, es que Gladis Giovana “también tiene hijos”.
“Ella es incapaz de hacer algo así. No lo digo porque sea mi hija, sino porque ella no es una persona que haga algo así, no es una persona mala, ella también tiene hijos”, asegura.
Cuenta que Gladis Geovana tiene tres hijos. Dos niñas de tres años, y un niño. Este último, tiene siete años, la misma edad de Fátima. De hecho, asegura, estudiaba en la misma escuela que la menor asesinada: el Colegio Enrique Rébsamen.
Marcelina Cruz vive en una vecindad de la colonia La Estancia, en Tláhuac. Ahí renta desde hace 10 años. Es un inmueble de dos plantas en el que viven cuatro familias además de ella.
Hace años su hija Gladis Giovana se fue a vivir con su esposo Mario Alberto. Sin embargo, platica, volvió a su casa en al menos tres ocasiones. Según cuenta, esto se debía a que el hombre era “violento con ella”.
Es esa violencia la que hace suponer a Marcelina Cruz, que él sí agredió a la pequeña Fátima.
“Yo la verdad no puedo defender a su pareja, pero por mi hija sí porque él le ha hecho mucho daño a mi hija. Hasta la tuve que traer a vivir conmigo tres veces a la casa porque la maltrataba. Y esas tres veces él la buscó y la amenazó para que regresara”, contó Marcelina.