La guerra cambió la vida de Luka Modric y la de toda su familia. Claro, Modric era muy joven para ser partícipe activo del conflicto armado, pero no pudo escapar de sus efectos y consecuencias. Los recuerdos que guarda el talentoso mediocampista, sin duda, son espeluznantes. En 1991, cuando apenas tenía 6 años, su localidad fue invadida por rebeldes serbios. Su abuelo, junto con otros seis civiles, fue asesinado a sangre fría cuando estaba cuidando del ganado. Una dura pérdida para la familia Modric. Además, su casa fue reducida a cenizas, lo que obligó a la familia a huir.
Se refugiaron en la ciudad Zadar, en el Hotel Kolovare, junto con muchos otros que iban escapando del sanguinario conflicto. Por siete años, Modric y su familia vivieron, primero en el Kolovare y luego en el Iz. En esos años, los bombardeos y las balas eran parte de lo cotidiano, así que el fútbol fue el escape de esa dura realidad para Luka. El futbol también le permitió hacer amigos mientras pateaban balones en el estacionamiento del hotel. Esto forjó el carácter del Cruyff de los Balcanes.
Con el apoyo de su familia, participó en los campos de entrenamiento del NK Zadar, dado que su talento de inmediato llamó la atención de los scouts. Ahí conoció a su padre deportivo, Tomislav Basic. Bajo su tutela, Luka hizo pruebas para el Hadjuk, el equipo más representativo de la región de Split. Fue rechazado por su tamaño y peso, así que tuvo que seguir probándose y mostrándose hasta que el Dínamo de Zagreb lo fichó con 16 años de edad. De ahí, la carrera de Modric ha ido en constante ascenso hasta alcanzar el pináculo del éxito con el Real Madrid.
Luka Modric no ha tenido un camino fácil y su vida ha estado marcado por la tragedia y la pérdida. Pero en vez de derrumbarse ante la adversidad, ha utilizado estas dificultades para crecer y salir adelante, tanto en la vida como en el futbol.