La mexicana asegura que ni en Doha ni en México las autoridades de la SRE tuvieron la capacidad o la intención de ayudarla en su caso.
Por: Agencias
Ciudad de México.- Entre las críticas a la designación de Qatar como la próxima sede del Mundial de Futbol por parte de la FIFA, se mencionó su falta de respeto a los derechos humanos, así como el trato a las mujeres y a la comunidad LGBTQQI+ pues es un país en donde todavía existen los castigos físicos y las penas por infidelidad, relaciones sexuales extramaritales o con personas del mismo sexo.
El seguro en la puerta de Paola no estaba puesto cuando su agresor irrumpió. Confiada en que Doha es una de las ciudades más seguras del mundo, la joven que trabajaba en la organización del Mundial Qatar 2022 no cerraba su puerta. Así fue como comenzó una larga historia de malentendidos y abusos que incluso la hicieron huir de aquél país.
“Me fascina el fútbol, el poder hacer economía conductual en preparación para el Mundial… Era como realmente usar todos mis conocimientos. Era mi sueño y lo logré. Y ese güey me lo arrebató”, lamenta Paola Schietekat, mexicana exiliada en su propio país porque regresar a Doha la obligaría a recibir 100 latigazos, acusada de mantener una relación extramarital.
Este fue el caso de Paola Schietekat, una mexicana que cumplía su sueño trabajando en el Supreme Committee for Delivery and Legacy, es decir, la oficina encargada de organizar el Mundial de Qatar hasta que fue agredida por uno de sus compañeros latinoamericanos.
Paola es científica del comportamiento, licenciada en relaciones internacionales y derecho internacional y estudió además un máster en Política Pública por la Escuela de Gobierno de Blavatnik, que pertenece a la Universidad de Oxford. Para ella, participar en la organización de un evento como el Mundial era una ilusión, según comentó a Cuestione, medio digital mexicano.
“Me fascina el fútbol, el poder hacer economía conductual en preparación para el Mundial… Era como realmente usar todos mis conocimientos. Era mi sueño y lo logré. Y ese güey me lo arrebató”, dijo en entrevista.
El 6 de junio de 2021, un integrante de la comunidad latina del país agredió a Paola en su departamento, que ella mantenía sin seguro considerando que Doha es de las ciudades más seguras del mundo. Paola escribió la carta “Un mundo que parece odiar a las mujeres”, para dar a conocer el caso que la mantiene exiliada en su propio país.
“Después de un forcejeo breve terminé en el piso. Horas después, me salieron moretones en todo el brazo izquierdo, el hombro y la espalda”, narra en el texto.
Decidió trasladarse a un hotel, habló con su mamá que se encontraba en México, tomó fotografías de las heridas y por la mañana, tras conseguir un certificado médico, acudió a la policía en compañía del cónsul de México en Qatar.
Las autoridades locales no le ofrecieron asesoría o un intérprete, a pesar de que ni ella ni el funcionario hablan árabe; y sólo le dieron tres opciones, no hacer nada, pedir una orden de alejamiento, o ir a las últimas instancias.
“Me congelé, por el shock, por el miedo y la falta de sueño, y volteé a ver al cónsul Luis Alberto Ancona Navarrete, quien me recomendó ir a las últimas instancias. Firmé la declaración en árabe y di los datos del agresor”, comentó en la entrevista.
Ese mismo día por la noche, tuvo que acudir a la estación de policía para carearse con su agresor, quien aseguró que tenían una relación y que, por lo tanto, habían incurrido en una relación extramarital, un delito en ese país. Entonces su caso fue turnado a la fiscalía pública, en donde fue tratada como acusada y no como víctima. Vistiendo una abaya para demostrar “buena moral”, y llevando la atención a su relación sexual fuera del matrimonio.
Paola logró salir de Qatar el 25 de julio con la ayuda de Human Rights Watch y ya en México revisó el expediente de la Corte criminal de Qatar, que no sólo absolvió a su agresor y lo dejó salir del país en medio del proceso, sino que mantuvo vigentes los cargos en su contra, por lo que su abogada le aconsejó casarse con su agresor para cerrar el caso.
La mexicana asegura que ni en Doha ni en México las autoridades de la Secretaría de Relaciones Exteriores tuvieron la capacidad o la intención de ayudarla en su caso y, al compartir su comunicación con la embajada de Qatar en México, rompieron el único vínculo diplomático que existía y eliminaron cualquier posibilidad de resolución. Además, señala que las prioridades del personal diplomático en Qatar son organizar barras de equipos de fútbol mientras que no pueden cumplir con los estatutos de Protección Consular con perspectiva de género.
“Sobre todo porque en el Mundial va a haber muchos mexicanos que no hablan árabe, que no conocen la ley de Qatar y van a tener una embajada que realmente no tiene la capacidad institucional para responder por ellos”, dijo al medio.